lunes, 12 de septiembre de 2011

Viaje al sexo

El reloj ya marca las 8: pm, la calle ya se ve transitada, las expectativas aumentan, las ansias me envuelven, las piernas tiemblan, mi estómago cosquillea y mi angustia vuelve.
Es la primer noche en la calles coloridas de Miami, la primer rumba con mis amigos argentinos, italianos, españoles y americanos; ellos prometieron darme un pasa bocas  de lo divertido y fantástico que son las noches en Norte América, ellos prometieron que hoy pasaría algo más de lo que normalmente pasa en la rumbas en mi país, ellos simplemente prometieron que sería una noche inolvidable.
Luego de esperar tres horas frente al espejo, analizando cada minuto que marcaba mi celular, y luego de pensar mil y tres veces que me dejaron plantada o como diría mi abuela “como novia de pueblo”, parquean frente a mi apartamento tres hermosas camionetas, las cuales solo incitaban a rumba y a mucho, mucho alcohol. Las horas que espere intrigada del motivo de su tardanza fue explicada más tarde en el club por Luca uno de mis amigos argentinos quien me explicó que la rumba de ese país iniciaban a media noche y que a las 8: pm como lo imaginaba yo era hora de comer o de las salidas de los menores de edad.
Cada lugar por el que pasábamos era un punto de observación, hacia todo lo posible por detallármelo meticulosamente para hacer un paralelo con lo que pasaba en mi país; al club llegamos a las 11:45 pm,  y la fila llegaba a un promedio de 50 personas, entre mujeres con ropa ligera y hombres organizados y muy olorosos.
En la disco estaba rodeada de mujeres rubias de ojos claros, hombres altos y musculosos; los hombres constantemente coqueteaban con miradas y ofrecimientos de los licores más caros que vendían allí. La fiesta según mis amigos apenas iniciaba, licor en mano y buena música daban fe de ello. 
Luego de pasar dos horas y veinte minutos, Oriana una de mis amigas susurra en mis oídos ¡to enjoy a trip to the sex! terminando con risas fuertes, la intriga me posee y mi respuesta fue: “esta noche todo se vale y estoy dispuesta hacer lo que sea por una noche de locura en Miami muy inolvidable”.
El viaje al sexo iniciaba con un papel inofensivo bajo mi lengua, el cual lentamente iba perdiendo forma hasta desaparecer, siendo esta mi última noción consciente hasta despertar en mi apartamento con dos de mis “amigos” desnuda, desmaquillada, rodeada de drogas, condones y tequila; mi cabeza bombeando cada vez más fuerte y mi ignorancia haciendo miles de preguntas acerca ¿de qué es? o ¿qué fue? el VIAJE AL SEXO.




Verónica Castro David

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