jueves, 1 de septiembre de 2011

Delirio febril. (Viaje al sexo)


La temperatura de su piel y todo su organismo sobrepasaba ahora los 38º. Ahora mismo, era cuando el frío de las leves brisas que recorrían la casa de la carrera 53, más heladas se notaban, y ella sí que las notaba. En tales condiciones, quitarse la ropa no es sencillo… la reemplazó…
Adentro no se sentía mucho la diferencia, la cobija estaba más pesada de lo normal, los delirios de a poco se iban acercando hacia ella y la suavidad de lo que la cubría cada vez se hacía más insoportable; esos son los delirios que desde su infancia la someten a los mayores extremos, y lo suave produce náuseas, luego las paredes quieren tragarla como una batalla entre lo grande y lo pequeño, lo blanco y lo negro, lo delgado, lo gordo; y se van desvaneciendo… Y de pronto ahí estaba, a su lado, y la traía hacia él, y la alejaba, y luego la volvía a traer; ella lo estaba rodeando con sus piernas, así en una secuencia que hacía que se olvidara del dolor corporal. Sus piernas estaban rodeando la suavidad de la cobija y entre ellas, ella sentía la sensación más sublime al roce…
Poniéndole banda sonora a este bello asunto, había una respiración agitada y unas palabras que la alucinación susurraba a su oído, deslizándose sobre la textura de algodón, el cuerpo de ambos para ella, el de ella para nosotros, húmedo de placer, lograba olvidarse de una fiebre de 38º, la boca seca, la garganta ardiendo y entre sus piernas, la fantasía….

Carolina Pulgarín Suarez.

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