sábado, 10 de septiembre de 2011

Objeto relación infancia BRUJAS


LAS BRUJAS DESPUÉS DEL COLEGIO
La curiosidad mato al gato, es normal, es una duda constante de todo lo que ocurre en nuestras vidas, siempre quisiéramos saber que va a pasar mañana, en un mes, en el próximo empleo, en otra vida, el día que nos casaremos, si tendremos hijos, todo, todo lo queremos saber porque somos seres curiosos por naturaleza y más en ciertas edades de la vida que no podemos ver más allá del mundo que nos rodea.
Cuando bajaba al centro con mi mamá que tenía entre 8 y 15 años era todo un paseo, porque íbamos solo a comprar lo que la mamá necesitaba y nosotros a observar en las vitrinas todo lo que nos soñábamos, luego de salir de compras pasábamos por varias calles donde nos entregan papelitos imposibles de leer en ese instante porque si parábamos nos robaban y la letra era diminuta, además que decía mil cosas, cuando por fin  lo leía, era como anillo al dedo, era  como sentir que Dios porfin nos escucho, sabía que necesitábamos una guía, una persona que nos indicara cual de todos nuestros amores era el indicado, cual de las profesoras era la que le hablaba mal a la mamá, porque el niño que nos gustaba no nos quería saludar, en fin, era como necesitar a Dios, el genio mágico y a los ángeles juntos para salir de ese problema que teníamos en nustra cabeza, y esta bruja lo podía averiguar todo, lo sabía todo, era lo mejor que nos pasaba en el día. Luego de leer el papelito cien veces y de contarle a todas mis amigas por teléfono, llamábamos y pedíamos cita para ya si era posible, grave problema con el que nos encontrábamos la señor mágica vivía en Aranjuez como a mil días de nuestra casa, así que cancelábamos toda posibilidad de visita pues nuestros papás se darían cuenta. Las buenas noticias no se hacían esperar carolina siempre buscaba ayuda y la prima que estaba un año mayor que nosotras sabía de una bruja muy cerca al colegio, la cual visitaríamos el Lunes luego de salir de clases.
Muy ilusionadas salíamos el lunes de clase para donde la bruja, allí nos encontrábamos con varias amigas del colegio y hasta profesores, había que esperar entre 20 minutos y una hora, pero para nuestras urgencias eso era insignificante. Salía la primera y decía que una iba a estar en embarazo, que  nos cuidáramos, que ese niño no nos convenía, que la profesora solo decía la verdad, que no saliéramos el fin de semana y que volviéramos cuando quisiéramos, así íbamos desfilando una a una, pobrecitas nosotras, pero así es la ingenuidad, creyendo cosas que ya sabíamos y lo peor era que la teníamos como a un Dios, porque nos decía lo que era obvio.
Hoy me rio de las cosas por las que pasamos por querer saberlo todo, pero que hubiera sido de nosotros si no lo hubiéramos hecho, de pronto estaríamos tan desubicados como los profesores que todavía iban donde la bruja, en fin, fueron experiencias que a la larga nos enseñan a vivir la vida con paciencia de forma más segura y  sabia.  
Andrea Barrera Pulgarín

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