jueves, 1 de septiembre de 2011

Mi noche en un bar para el adiós.


La luz a medias con un tono rojizo…
En realidad, todo el lugar para mi estaba poblado de un vino tinto combinado con un negro luto, estaba lúgubre a pesar de la música de fiesta y extravagancia, eso es lo que buscamos en un lugar donde hay alcohol supongo.  
Pasaba el tiempo y aun no llegaba el motivo, lo que nos inventamos que teníamos que celebrar… si mirabas las caras de todos, el velorio estaba en el aire, el silencio y las caras largas rodeando la mesa que ya tenia sobre ella las bebidas y algo de comer…
Llegó, con una euforia que da miedo; ¿que provocaba tal escandalo?, intentar remediar un poco la espera, supongo. Las sonrisas se hicieron notar y esos alaridos de felicidad que salían de su garganta contagiaron a los asistentes de una sensación casi alegre.  A pocos les importaba el asunto, estaban ahí porque era la noche de un día en el que apetecía celebrar, los sillones eran cómodos, la comida deliciosa y el licor prometía hacer larga y con el tiempo algo borrosa la noche.
después de ingerirlo todo, convocando la gula a todo este asunto, llegaron los disparos de mezclas, de colores y sabores entre dulces y amargos.
Ella no dejaba de sonreír, es que estaba realmente emocionada, no creo que por el festejo, era todo lo que vendría, lo que con el pasar de los días le esperaba.
Yo estaba ahí, sentada entre todos, con un intento de verme bella, con la barriga llena de comida, con algunos tragos en la cabeza, y fantasmas rondándome, yo no sentía euforia, no entiendo aun lo que la provocaba en ella.
Sus gritos de “otro shot! la noche es larga”; para mi fue eterna.
Mi sillón junto a la puerta que da a el patio donde esta el gran árbol que le da nombre al lugar, frente al suyo, dando la espalda a las mesas, a los enormes televisores, a la gente que andaba por ahí. Y yo la notaba tan tranquila mientras a mí me recorría la idea de que serían  tal vez nuestros últimos tragos juntas, de que crecimos y ella algún día dejó de ser tan amarga y se volvió todo un sabor, pero yo poco lo saboreé, aunque fuéramos tan distintas. Yo Estaba viendo como de un momento a otro se abría al mundo, tanto que ahora se iría a otro país para crecer más, y lejos de aquí, de mi, y yo sin la certeza de si volvería algún día, y ella estaba ahí tan feliz pidiendo mas alcohol, ¿para que alcohol?.
La traje a un sitio que esta justo al lado de un cementerio y ni se da cuenta de que para mi, que soy tan trágica y existencialista, existe la posibilidad de no volver a verla, y que muera o muera yo, y ella bailando hula hula en una playa hawaiiana, y ahora mismo pidiendo mas tragos.
hasta baila, y hasta baile con ella, pensé que habría mas drama en todo este cuento, pensé que lloraríamos juntas y prometería tonterías, pero no fue así. nos sonreíamos, y yo ya no lloro… cansadas pedimos un taxi, llovia a cantaros, viajamos juntas, llegamos a casa, cayó como piedra, yo escribí la carta que escondería en su maleta, nada de sentimentalismos en persona, para que?... luego de unos días la dejamos en el aeropuerto, ahora esta realmente lejos y despertar y ver la cama tendida al lado mío, me da un frio de pies a cabeza por unos 3 segundos y luego se va.
 Adiós.
Carolina Pulgarín Suarez.  

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