El fin de semana pasado viví una de las experiencias
más fuertes de mi vida, me encontraba al frente de colombo en el centro de la
ciudad, necesitaba reclamar una papelería para poder estudiar cuando de repente
me encuentro con una persona que en años había visto, Teresa mi amiga y
confidente en la época de universidad, nos abrasamos cruzamos un par de
palabras que me llevaron a invitarla
salir, pensé que era una buena oportunidad para compartir, no podía dejarla ir
sin volver a vivir esas anécdotas inolvidables para mí.
Entramos a un bar, era temprano por la hora pedimos
un tinto para conversar, el tema eran las fiestas de la universidad, me callo
muy bien este recuentro estaba motivado, contento que empecé a pedir un par de
cervezas para hacer más amena la conversación, Tere se encontraba en la misma
tónica la estábamos pasando muy bien, en medio de la conversación ella me
confiesa un secreto que nunca revelo
hasta ese día, en el cual me confiesa su gusto hacia a mí en el que vivió
muchos años sintiéndolo sin poderlo revelar, no puedo decir que no me
sorprendió y me incomodo en un principio esta divulgación pero después fui
tomando con calma la situación, la cerveza es un trago que cansa mucho para los
que no la saben tomar, por eso Tere que es una amante de los vinos pide un
Casillero del Diablo un vino tinto que le parece de lo mejor.
Eran las tres de la mañana y Tere y yo seguíamos
conversando no éramos consientes del tiempo el dueño del bar nos dice que ya es
hora de cerrar, no quería despedirme de mi gran amiga entonces la convide a mi
apartamento ubicado en uno de los edificios con mejor vista en la ciudad, le dije
que porque no terminábamos el vino allá, con su mirada interprete que no me
podía decir que no sin que ella respondiera, pare el taxi la monte y nos fuimos
para mi casa, en medio del camino pensé que hacer, tenía un pensamiento tan
depravado que por un momento se me olvido que mi acompañante era mi gran amiga
esa que nunca mire con deseo, mi confidente pero no me importo decidí
convencerla para llevarla a la cama, con tragos en la cabeza lo único que
quería era terminar mi noche con un poco de sexo, me puse a la tarea y logre
que lo que quería en lo que ella no me
defraudo.
Al otro día Teresa y yo nos despertamos un poco
sorprendidos que decidimos salir a
caminar, era tarde la noche fue tan intensa que nos despertamos a la hora de
cenar, compramos unos tiquetes para comer comida mexicana en un kiosco por la
universidad la comida es exquisita y era una de las rutinas que hacíamos cuando
nos tocaba trasnochar estudiando, después de la comida era hora de
despedirnos, un momento poco grato para
la humanidad entre promesas y besos la despache pero jure dejarle en su
casillero una nota con firma de JOSEU.
Juan Camilo Vélez Restrepo
Juan Camilo Vélez Restrepo
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