lunes, 12 de septiembre de 2011

Palabras Clave


El fin de semana pasado viví una de las experiencias más fuertes de mi vida, me encontraba al frente de colombo en el centro de la ciudad, necesitaba reclamar una papelería para poder estudiar cuando de repente me encuentro con una persona que en años había visto, Teresa mi amiga y confidente en la época de universidad, nos abrasamos cruzamos un par de palabras que  me llevaron a invitarla salir, pensé que era una buena oportunidad para compartir, no podía dejarla ir sin volver a vivir esas anécdotas inolvidables para mí.
Entramos a un bar, era temprano por la hora pedimos un tinto para conversar, el tema eran las fiestas de la universidad, me callo muy bien este recuentro estaba motivado, contento que empecé a pedir un par de cervezas para hacer más amena la conversación, Tere se encontraba en la misma tónica la estábamos pasando muy bien, en medio de la conversación ella me confiesa  un secreto que nunca revelo hasta ese día, en el cual me confiesa su gusto hacia a mí en el que vivió muchos años sintiéndolo sin poderlo revelar, no puedo decir que no me sorprendió y me incomodo en un principio esta divulgación pero después fui tomando con calma la situación, la cerveza es un trago que cansa mucho para los que no la saben tomar, por eso Tere que es una amante de los vinos pide un Casillero del Diablo un vino tinto que le parece de lo mejor.
Eran las tres de la mañana y Tere y yo seguíamos conversando no éramos consientes del tiempo el dueño del bar nos dice que ya es hora de cerrar, no quería despedirme de mi gran amiga entonces la convide a mi apartamento ubicado en uno de los edificios con mejor vista en la ciudad, le dije que porque no terminábamos el vino allá, con su mirada interprete que no me podía decir que no sin que ella respondiera, pare el taxi la monte y nos fuimos para mi casa, en medio del camino pensé que hacer, tenía un pensamiento tan depravado que por un momento se me olvido que mi acompañante era mi gran amiga esa que nunca mire con deseo, mi confidente pero no me importo decidí convencerla para llevarla a la cama, con tragos en la cabeza lo único que quería era terminar mi noche con un poco de sexo, me puse a la tarea y logre que lo que quería  en lo que ella no me defraudo.
Al otro día Teresa y yo nos despertamos un poco sorprendidos  que decidimos salir a caminar, era tarde la noche fue tan intensa que nos despertamos a la hora de cenar, compramos unos tiquetes para comer comida mexicana en un kiosco por la universidad la comida es exquisita y era una de las rutinas que hacíamos cuando nos tocaba trasnochar estudiando, después de la comida era hora de despedirnos,  un momento poco grato para la humanidad entre promesas y besos la despache pero jure dejarle en su casillero una nota con firma de JOSEU.    
Juan Camilo Vélez Restrepo

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