VIAJE AL SEXO
Un viaje
conmigo.
Y ahí estoy
yo, justo aterrizando en esta gran ciudad. Llevo ahorrando casi 3 años para
pagar este gran viaje, hoy más que nunca siento que me merezco estas
vacaciones. Creo que he sido un
poco atrevido por comprar tiquetes en clase económica en una promoción de
supermercado, es casi tan arriesgado como hacer el amor sin condón en esta
época de estafas y robos. Pero el olor a avión, ese de aire condensado lo
disfruto tanto que me huele a sacrificio, a horas enteras de trabajo y de
convencer a mi jefe que yo era la mejor opción en su empresa. Hoy, hacer este
viaje es para mí la mejor de las recompensas.
Recojo las
maletas, me chequean el pasaporte, uno que otro examen de rutina por protección
y luego salgo al ruedo. Llego por fin donde quería desde que vi el destino por
primera vez hace unos meses, llego a la ciudad que me trasnocha desde hace
tiempo, a la que por fin voy a probar para ver si encuentro un lugar favorito
para estar, pasear de vez en cuando o por qué no…Para vivir y no dejar de
visitar nunca jamás.
Más
que un sueño cumplido estar aquí, es para mí una prueba del destino. Pasión y
adrenalina pura, nervios y tensión, ansiedad y otras muchas cosas que las
palabras no saben decir y que yo no sé ni describir porque no estoy seguro de
poder transmitir.
Antes que irme en taxi, prefiero caminar
despacio para recordar cada rincón de este lugar, no llevo mapa ni lo mire por
internet. No tengo miedo siento que las calles y yo hablamos el mismo idioma.
Mis pies acarician cada adoquín como para no olvidarlo, mis ojos captan lo que
se puede, mi voz calla para dejarle al olfato la misión más esperada,
identificar cada esencia para guardarla en mi, sin videos y sin efectos
completamente al natural como me gusta vivir, respirando el aire que me hace
sentir que no ando muerto y que la vida no tiene un fin, que de vez en cuando
no es malo salir a mirar y decidir si es mejor allá solo o aquí conseguir los
buenos motivos para sobrevivir.
Llego
al hostal, no es ni barato ni caro, tiene un precio sencillo, módico pero
rotundo. Bajan mis cosas, no dejo propina. Reconozco el lugar por el que estaré
unos días, le reparo y me doy cuenta de que está un poco usado, algo
deteriorado sin embargo la sensación de estar ahí se lleva consigo la primera
impresión de un poco de maltrato del que otros visitantes pudieron hacer de ese
recinto de descanso e ilusión un poco golpeado por la represión.
Nadie
me indica horarios ni me da la bienvenida, todo es arbitrario como si fuera de
rutina, de un momento a otro suena el celular, no tenía idea que aquí lo podía
usar. El maldito teléfono interrumpió mi ascenso, iba mirando cada rincón de esa
habitación y es sonido lo dañó, me desconcentró. Tampoco respondí, no quiero
perturbación.
Lo apago, lo
refundo en la maleta y continuo sin que el paisaje se mueva ni un segundo. Es
bueno conmigo me deja seguir como íbamos antes, sin renegar y sin preguntar,
solo me toma como su presa y me desnuda la cabeza. Y allí me quedo como un preso, mirando por la
ventana sintiendo todo y nada. Como el cristal que me separa de la ciudad, que
goza mi mirada, yo me hago de rogar dejo que me tome ese paisaje de colores y
me doy cuenta que este viaje va hacer la locura del mes, pues sin haber visto
ni la mitad y tan solo con la mirada ya me cautive sin siquiera haber dado
espera a conocer de frente esta cultura inminente. Me tranquilizo no quiero
parecer sin experiencia, quiero respirar
para que mi emoción dure por un buen tiempo, quiero ser un buen turista
y disfrutar el momento.
He salido del
hotel, mejor dicho me han sacado de él, una compañera del cuarto –somos 8 en
cada habitación del hostal-, me ha convencido de que tomemos un tour gratuito
que salió hace 25 minutos desde el lobby del alojamiento. Esto era algo que no
quería hacer sólo, las cosas se dieron, el destino obró y Violeta me invito a
compartir este día para mí. Tomamos el metro para alcanzar a los otros del
grupo. Me disgusta un poco el hecho de tener que afanarme por gente que ni
conozco, todo sea por llevármela bien con Violeta, esas son concesiones que a
veces se hacen tan solo por ganar puntos con quien puede hacer más provechoso
el viaje, como una especie de negocio. Tomamos el metro, aquí soy yo el que se
deja llevar de nuevo, es ella quien conoce el mapa. Me sonríe, me cuenta de
donde viene y me dice que ya lo ha hecho varias veces pero yo no le dejo hablar
intento yo mandar, pues a fin de cuentas soy hombre y me molesta esto de estar
cediendo con ella que es del norte. Le cuento de mi vida, le engaño con cosillas,
escucho que se acerca la estación y la tomo de repente, la halo con fuerza ya
la puerta del vagón se cierra, por andar de distraídos se nos ha ido.
Intentamos remediar, el vagón por alguna extraña razón vuelve y abre, salimos
al lugar donde se supone ya están los del tour aquel del que tanto ya he oído
hablar. Caminamos varias horas, no encontramos a nadie. Ella creía que se sabía
el recorrido pero yo ya he retomado el mando, andamos por varias calles y
visitamos algunos lugares hacemos el plan de rutina y entramos a todos los sitios que por
obligación se visitan. No soy innovador, como turista hay cosas que ya están
escritas, no me puedo poner del que más se las sabe, cuándo bien sé que es ella quien manda, así yo me crea
indispensable es Violeta quien me guía así yo me engañe, es ella quien hace de
esto un verdadero viaje, es ella quien le da sabor y textura como la buena copa
que después se vendría. Me siento exhausto, por fin llegamos al hostal.
Me duelen los pies, después de un buena baño mi vecina me grita y me invita su
camarote. Nos tomamos una copa pero siento que nunca se agota, ya la
conversación se ha hecho muy larga y por pena nadie corta, podría ser
perjudicial si alguien no remata pues ya el cansancio esta que me mata.
De un momento
a otro y después de varias botellas, Violeta me besa y su aliento a merlot me
colma la boca, se siente caliente y a la vez huele a rosas es ella quien grita
en silencio y se desahoga en mí, de tal
manera que me dejo yo ir. Ya el cansancio no importa, me dejo llevar… me dejo
llevar una vez más es ella quien me hace levitar.
La noche
se calma, recibo a Morfeo y pido un
deseo. Y aunque el viaje no ha terminado ya siento que lo he hecho todo; conocí
una ciudad en tal solo unas horas y todavía no me despido de ella, creo que me
quedare unos días más aunque sinceramente no ha me sorprendido. Más bien me
envolató, me mostro, me sedujo. Sí, me ha hecho pasar un buen momento pero no
me cautivo, le falta de todo un poco para poder hacerme decidir. De Violeta no he vuelto a saber,
sé nada más que se fue al día siguiente sin yo saber porqué. Yo, disfruto del
resto de mi viaje sólo y sin miedos pues estoy seguro que mil destinos vendrán
y otros viajes extraños también llegarán. No me queda un mal recuerdo, es más
me ha encantado aunque sea solo un día,
no me gusta que sea por rutina. Tal vez mi próximo destino sea algo con
más desatino, sin planes ni tours. Sólo con una buena compañía que por fin me
haga decidir.
Nicolás Ochoa
Uribe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario