Mundo de espuma.
Estaba cansado había tenido una ardua jornada de trabajo y
la energía del día y la gente no
era la mejor. Por momentos pensaba en ella pero las ocupaciones no me dejaban
por mucho tiempo en el ensueño. Trataba de terminar las cosas lo mas rápido
posible pero al afanarme lo único que hacia era repetir y repetir hasta tres
veces la misma tarea. Mi mente estaba tan dispersa que no era posible mantener
un pensamiento coherente y fluido sin la interrupción de otro mas desatinado y
otro mas perverso. Sabía que la llegada a la casa no iba a ser fácil pues salía
en plena hora pico y no quería quedarme ni un segundo mas en ese lugar. Los
segundos corrían como minutos y los minutos como horas, la temperatura de mi
cuerpo pasaba de un absurdo escalofrío a un sofocante bochorno casi por cada
minuto que transcurría en el reloj y mis oídos escuchaban cada ruido
insignificante como si estuviesen metidos en lo mas profundo de mis tímpanos. En
verdad era una incesante tortura la que estaba pasando por mi mente en ese
momento pero a pesar de todo sabia que al final tenia mi recompensa, una muy
grata recompensa.
Salí a eso de las seis y cuarto. Ya la noche había caído
sobre una tarde casi trágica y lo único que pasaba por mi mente era llegar,
darme un buen baño de espuma y relajarme tanto que sintiera que me estuviera
desdoblando. La fila para montarme al bus era tenaz, tuvieron que pasar casi cuatro buses llenos, llenos de
personas afanadas con caras largas iguales a la mía para poderme montar. La
ligera brisa que alcanzaba a entrar por la ventana estaba combina con olores de
todo tipo y en ningún momento dejaba de respirar el smoke de los autos que
pitaban inútilmente para poder avanzar, avanzar en una fila mas que absurda de
carros que iban solo con el conductor.
Toque el timbre y bajé, mire el reloj que marcaba las siete
y pico. Me había demorado casi una hora en recorrer un trayecto que en
circunstancias normales lo hubiera recorrido en quince o veinte minutos, pero en
ese momento no me importaba nada. Caminé varias cuadras hasta llegar y todo
estaba aparentemente tranquilo, es sudor había empapado la camisa y en mis oídos
aún retumbaba el ruido perpetuo de una cuidad dominada por el caos. Llegue a la
puerta y estaba ajustada, no pensé en nada, no me importo. Sin mirar a ninguna
parte entre derecho hasta la habitación y deje que todo cayera al piso. Puse a
llenar la tina y mientras llenaba me quitaba toda la carga de una larga jornada
laboral. Volví al baño que ya parecía un sauna por el vapor del agua que lo
había humedecido todo, toque el agua con la punta del pie derecho y justo en
ese momento sentí que cerraron la puerta que estaba ajustada. Me sumergí en un
mundo de espuma, quería quedarme dormido allí pero solo basto un beso en mi
oreja para que todos mi sentido se activaran. Con los ojos cerrados palpaba
lentamente el cuerpo desnudo que me besaba de la oreja hasta la boca y sentía
como minuciosamente se sumergía en el mismo mundo de espuma. Nuestros cuerpos
se entrelazaron como dos fichas de rompecabezas que encajan a la perfección,
nuestra piel se deslizaba cómodamente entre las partes mas nobles de nuestro
cuerpo, nuestras mentes estaban tan conectadas que cada movimiento parecía
estar fríamente calculado. Pasaron varios miles de segundos para saciar
nuestros cuerpos y nuestras mentes pero al final de todo sabia que tenia mi
recompensa.
Cristian Peña
Cristian Peña
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