jueves, 25 de agosto de 2011


BAR CAFÉ
El lugar se encuentra cerca de mi casa, es un espacio con mucha conexión natural, tiene una especie de aire a santuario, de hecho la gente que visita este lugar casi siempre lo hace en busca de un sitio tranquilo y sereno para poder concentrarse bien en sus asuntos laborales o personales, tiene fama por esto, y además es reconocido por su museo y sus actividades artísticas y culturales que se realizan allí, es una pequeña parte de un municipio que incita e invita a la libre participación de las jornadas culturales y de los atractivos intelectuales de una ciudad. El café está rodeado de zona verde, hace una tarde lluviosa pero ha escampado y el sol intenta, como siempre en estos días, salir y opacar así el día tan triste y lluvioso. El lugar está bastante solo, hay más de 20 mesas y sólo 5 de ellas están ocupadas.  En una de las mesas hay una pareja de la tercera edad, ambos toman un café, él lee un periódico, mientras ella fuma un cigarrillo. Ella se ve bastante pensativa, parece estar concentrada en algo totalmente diferente a lo que hace, está medio desorganizada tiene un saco negro, y unos pantalones grises que le dan un aspecto aún más opaco. Su pelo es totalmente blanco, sus manos están bastante arrugadas, a comparación de su cara, y su cuello luce un aspecto seco y deshidratado, como si pidiera a gritos algo. Sus ojos son bastante llamativos, parece que en su juventud fueron unos ojos totalmente verdes, un verde brillante, pero ahora, se han tornado de un color más lúgubre, como si también el color se hubiera desgastado con los años. Ella parece de unos 70 años mientras que él se ve un poco más joven por ahí de unos 62 o 65 años.
Él la mira de vez en cuando, cuando pasa las hojas del periódico, pero no le dice nada sólo toma y lee como si fueran un ejercicio ya mecánico de su cuerpo. Él está muy organizado, tiene su pelo teñido de café oscuro, usa una camisa a cuadros color carmel, tiene unos pantalones blancos y una boina color negra. Parece estar más interesado en las noticias del país, que lo que está pasando enfrente suyo. Su cara es tiene un aspecto bastante delicado, tiene un bigote blanco perfectamente recortado y ajustado al largo de su labio superior. Tiene una especie de aire celestial, parece extrañamente iluminado a su alrededor, no parece un ser real, alguien de este mundo. Ella por el contrario a él, no lo mira, y en más de 40 minutos que llevo observándola no se ha tomado ni el tercer sorbo de su taza de café, está  intacto, lo único que si ha hecho es pedir dos o tres cigarrillos más, incluso en este momento veo como el mesero le pone un habano en su mesa, él se lo ofrece pero ella le dice que luego. El mesero se aleja y ella se queda observando el habano. El señor mira el habano y sonríe, parece un recuerdo de ambos, como si los dos se conectaran a través de él. Ella vuelve la vista y por primera vez en esta tarde lo mira a él, su mirada parece desesperanzada, vacía, él por el contrario la mira con ternura y amor, intenta cogerle la mano pero ella se para y va hacia el baño. Parece decepcionada de él o consigo misma, parece como si ella sintiera que no hay nada más que hacer, que nunca podrá volver a ser igual, pero no entiendo porque, si lo tiene frente a ella, si aún está a tiempo de decirle muchas cosas, si aún puede dar marcha atrás a los malos momentos y estar  bien con él por el resto de sus vidas. Él la ve pararse y continua leyendo el periódico, luego lo suelta y se sienta en la silla de ella. Ella vuelve del baño y mira su silla, no se sienta, no lo mira, solo va y llama al mesero, le pide la cuenta, paga, coge su sombrilla, su bolso, deja el habano y se va. No se despide de él, parece que decide quedarse brava y dejar por ahora las cosas así. Sale caminando y antes de dar el último paso se da la vuelta y lo mira a él sentado allí, mirándola, esperándola, pero ella sigue. Yo la miro a ella, no puedo creer que lo deje allí, puede cometer un gran error, tiene que devolverse, pero no. Luego miro a la mesa y ahí está él, con una cara de ternura y de amor que aún no logro comprender, no está ni siquiera bravo, ella se fue y lo dejo allí y él ni siquiera se molesta. Yo, más alterada por lo que estaba pasando que ellos dos pido un café, y miro fijamente al señor, él ni se da por enterado. El mesero me deja el café y pum se escucha un estruendo en la avenida principal que queda justo al lado de aquel lugar, asustados todos se van a mirar y yo me quedo inmóvil allí, con miedo de saber una verdad que ya me estaba imaginando, la señora¡. Todos se asomaron. Yo por el contrario mire al señor, quien ahora se veía más feliz y radiante que nunca, pero ahora ella estaba ahí con él otra vez, había vuelto y lo abrazaba y besaba como dos novios en la juventud, ella se veía más bonita, más especial, me sentí aliviada de que no hubiera sido ella la culpable del estruendo de la calle. Cuando todo se normalizo ellos salieron y se fueron, yo los mire con calma y feliz de la historia que ahora terminaba en un final feliz. Pedí la cuenta y me fui.
Al día siguiente apareció en el periódico la señora del café, había sido  atropellada en la avenida cerca al café a la misma hora  del accidente, murió instantáneamente. Yo bastante confundida fui al bar y pregunté. El mesero me dijo que ella venía viniendo siempre a ese café los 17 de cada mes, pues era el día que su esposo había muerto 5 años atrás y ellos siempre iban allí a celebrar sus aniversarios, ella vivía muy triste y siempre había deseado estar otra vez con él. Yo me senté y me tuve que tomar  como 3 aromáticas, no deje de mirar a la mesa de al lado desde la cual ambos se encontraban mirándome, felices de poder estar juntos y de saber que yo escribiría su historia.

DANIELA SIERRA TORO

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